En Entre Ríos, vuelve a cometer delitos el 10% de los condenados, según
números oficiales. En lo que va de 2012 fueron condenados 172 internos, de los
cuales 11 fueron declarados reincidentes. A nivel nacional, el índice trepa al
22,5%
“Puede haber casos de detenidos que no tienen condena firme, pero la
variación en los índices no es significativa”, indicó Horacio Pascual, director
general del Servicio Penitenciario, estadísticas en mano, cruzadas con los datos
que manejan los juzgados de ejecución de penas.
En años anteriores, el índice en la provincia era algo más elevado, pero
siempre menor que el nacional: rondaba el 15%. Para Pascual, la diferencia con
los números que brindó la semana pasada el ministro de Justicia y Derechos
Humanos de la Nación, Julio Alak, que habló de un 22,5% de reincidencia, tiene
que ver con varias cuestiones.
Una, que la Nación toma estadísticas del Servicio Penitenciario Federal,
donde buena parte de quienes cumplen sus penas han sido condenados por
narcotráfico, delito que tiene una alta tasa de reincidencia.
Otra cuestión, según Pascual, es que se invierte en Entre Ríos la
proporción de presos sin condena: “En el sistema federal y en la provincia de
Buenos Aires, por ejemplo, alrededor del 70% de la población penal no tiene
condena firme. Acá es al revés: el 70% está condenado y eso también ayuda a que
los internos puedan ir saliendo en libertad, a que sepan a qué atenerse. En
suma, a que el sistema funcione”, explicó.
Además, resaltó el éxito de las acciones de socialización que se realizan
en las ocho unidades penales de la provincia. “El gobierno habla ahora de
socialización, no de resocialización, ya que la mayoría de
los internos no ha estado incluido en la sociedad. No todos, pero en general se
trata de personas que no han ido a la escuela, que muchas veces no saben leer y
escribir, que no han tenido un trabajo. En suma, que han estado marginados y por
eso terminan cometiendo delitos. Por eso se habla de socializar”, graficó Pascual.
Hay en Entre Ríos 820 personas presas repartidas en las unidades penales de
Paraná, Gualeguaychú, Federal,
Concordia, Concepción del Uruguay, Victoria y Gualeguay. En todas las cárceles hay
programas de alfabetización, posibilidad de cursar estudios primarios y
secundarios y en varias también se puede acceder a carreras
universitarias.
En la Unidad Penal Número 1 de Paraná, que es la más poblada de la provincia,
con 310 internos, funciona una radio, se dictan talleres de pintura y plástica,
entre muchos otros, y los internos formaron una banda de música. También hay
internos que pintaron cuadros que recibieron menciones especiales en un concurso
internacional y otros escribieron obras de teatro que luego dirigieron y
protagonizaron ellos mismos, que incluso fueron exhibidas fuera de la
cárcel.
Una carpintería en la que se fabrica mobiliario escolar, una panadería, una
fábrica de borceguíes que abastece al Servicio
Penitenciario y a la Policía y en breve producirá calzado femenino, un taller
mecánico y de chapa y pintura, cría de conejos y huertas y una fábrica de tizas
que provee al Consejo General de Educación (CGE) son algunos de los dispositivos presentes en
Paraná que se repiten en
varias de las demás unidades penales.
Si bien en Entre Ríos no se ha implementado un mecanismo para que los
presos asistan a espectáculos culturales o deportivos, se intenta que no pase
mucho tiempo sin que haya artistas mostrando su trabajo en los penales. El
último show que pudieron
disfrutar los internos de la cárcel de Paraná fue el del acordeonista Chango Spasiuk, que llegó a la ciudad la semana pasada
para brindar un concierto en el teatro 3 de Febrero y aceptó la invitación para
compartir su música con los internos.
Son 120 los internos que tienen salidas sin custodia autorizadas, de
acuerdo a los parámetros que establece la ley nacional de ejecución de penas
número 24.660, a la que la provincia adhiere.
Son 45 los que acceden a lo que se denomina salidas sociolaborales: previa autorización de
un juez, pueden ir a diario a desarrollar algún trabajo en un lugar fijo. “Tiene
que contratarlos una persona en particular, que debe ir a la unidad penal a
ponerse de acuerdo respecto al sueldo y otras condiciones y a comprometerse a
avisar de inmediato si el interno no concurre a trabajar, llega tarde o se va
antes”, indicó Pascual.
Hay quienes encuadran en este régimen, pero no consiguen alguien que quiera
emplearlos. “Hay reticencia en la sociedad, pero también tenemos a muchos que
están trabajando en la construcción, en tareas de pintura o limpieza e incluso
contratados en negocios”, señaló el funcionario.
Otros 75 presos tienen permiso para ir a visitar a sus familias y
permanecer en la casa durante un tiempo, que se va extendiendo progresivamente.
Aunque es usual conocer a través de la prensa que a veces los presos no
regresan, la mayoría vuelve y cumple con el régimen. Fuente: El
Diario
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