domingo, 5 de agosto de 2012

Con fugas "cinematográficas", ya escaparon 10 presos de cárceles bonaerenses en 2012


El Servicio Penitenciario de la Provincia de Buenos Aires ha tenido este año diez fugas de personas detenidas en sus penales, con lo cual se ha profundizado las sospechas que existen sobre esta institución carcelaria.
La serie de fugas cinematográficas comenzaron el 14 de enero de este año, cuando un preso que estaba recluido en la Unidad 44 del complejo de Batán logró escaparse gracias a un operativo montado para que pueda ir a su propia casa, para visitar a su hijo.
Según la increíble versión de los agentes penitenciarios que habían estado a cargo del traslado y la custodia del detenido, el hombre les “arrojó a su hijo” (sic) y aprovechó el revuelo de la situación para huir por un patio trasero, saltar a una casa lindera y salir hacia la calle de atrás, donde lo esperaba un cómplice para escapar en moto.



En el medio, según contaron los penitenciarios, un perro "temible" dejó pasar a su dueño pero intentó atacar a quienes lo perseguían, obligando a estos a cesar en la persecución.
Estos argumentos, que se asemejan al guión de una película policial norteamericana, figuran en la declaración que brindaron los policiales del Servicio Penitenciario en el sumario interno que se abrió por esta fuga.
Unos meses después, el 26 de abril, Juan Ramón San Martín se escapó cuando era llevado a declarar a la fiscalía N° 7 de Mar del Plata, que lo investigaba por el asesinato de Ariel Di Meglio, muerto de un balazo en el pecho en septiembre de 2011, cuando le robaron su moto.
Lo curioso del caso San Martín es que no se escapó una vez sino tres veces, desde que fue detenido en septiembre. Por supuesto que en cada una de sus fugas, la aventura de San Martín no fue menos cinematográfica que otras.
Siempre según el relato de los penitenciarios que lo custodiaban, el reo logró sacarse las esposas (al mejor estilo Houdini) y amenazar “con una barreta” a los empleados judiciales que le tomaban declaración. Nunca explicaron qué hacía la barreta adentro de los tribunales, ni tampoco se supo la razón por la cuál el acusado estaba sin custodia al momento de hacer su declaración.
La tercera fuga se trató de otro joven de 18 años que estaba detenido en el Centro Cerrado para menores de Batán. Como en las anteriores, la explicación oficial no dejó de ser insólita: el interno aprovechó “un descuido” y limó las rejas de un portón en el patio para luego escaparse corriendo.
La seguidilla de fugas de presos bonaerenses continuó el 2 de junio en Batán, esta vez con una huida grupal: Cristian Tapia, Walter Santamaría, Danilo Ríos y Pablo Cabrera se fugaron del la Unidad 44 del complejo de Batán, mientras los guardias miraban un partido de fútbol. Según la versión de los penitenciarios, los presos aprovecharon la distracción para trepar un muro y descolgarse del mismo anudando unas cuantas sábanas.
El 27 de junio se produjo la octava fuga: Gustavo Maciel Villaverde, alias "Poxi", se fue de la Unidad 41 de Campana saliendo por la misma puerta por la que había entrado unos meses antes. Otra historia increíble y “cinematográfica”, como gustan decir los cronistas que reciben información del Servicio Penitenciario Bonaerense cada vez que un preso se va de una cárcel y hay que repetir la versión que da el SPB.
Esta vez, un grupo de personas se apersonaron en el penal disfrazados de agentes penitenciarios y presentaron un oficio que ordenaba liberar a Villaverde.
A nadie de la Unidad 41 se le ocurrió preguntar nada, simplemente confiaron en un grupo de sujetos que iban vestidos con uniformes del SPB para abrirle la puerta a un peligroso delincuente con condenas por homicidio y robo agravado, que además contaba con un antecedente de fuga en 2008 de la Unidad 9 de La Plata.
El noveno preso que se escapó de una cárcel bonaerense en 2012 fue Marcelo Segovia, alias “Monguito”, que también se fue por la misma puerta por la que había entrado, pero esta vez vestido de mujer, como sucede en las mejores películas policiales de Hollywood.
Al parecer, Segovia recibió ropa femenina de parte de una amiga que lo fue a visitar, y él se fugó vestido de mujer de la Unidad 32 de Florencio Varela, un penal que integra la categoría de los de “máxima seguridad”. Una semana antes, “monguito” había sido condenado a cumplir una condena de 29 años por el asesinato del comerciante Emiliano Martinó en Ciudadela.
La décima y por ahora última fuga de un preso del SPB ocurrió nuevamente en Batán, cuando Agustín Lapenta Díaz se hizo pasar por otro interno que debía recuperar la libertad el sábado 29 de julio.
Estaba preso desde hacía solo 4 días por una causa de "robo agravado por uso de arma de fuego", y cuenta con varios antecedentes.
Todos estos casos de fugas en las cárceles de la provincia de Buenos Aires tienen como característica común que siempre son “cinematográficas” y que suceden varios días antes de que se de a conocer la noticia, como si primero hiciera falta hacer trascender una versión más o menos espectacular de la fuga, para que alguien crea en la veracidad de la misma.
Lo mas llamativo es que tras estas fugas de películas, después no se informa el resultado de los sumarios internos, ni de pases a disponibilidad, ni de desplazamientos de autoridades.

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